¿Sabías que el rayón y la viscosa son fibras naturales? Pues sí, y la razón es que se elaboran a partir de la pulpa de la madera.
Se las suele tratar como sintéticas porque para su elaboración se utilizan variados procesos químicos, pero tienen las mismas propiedades en cuanto a comodidad en su uso que otras fibras naturales y pueden imitar el tacto de la seda, la lana, el algodón o el lino.
Una de las diferencias que realmente nos importa entre usar fibras naturales y/o sintéticas, son los olores. Si sudas llevando fibra sintética, luego la ropa despide un olor realmente malo. Como dice nuestro personal shopper: “atufa”, para qué nos vamos a andar con tonterías. Es de las cositas que más nos preocupan cuando pasamos todo el día vestidas desde las 7 de la mañana con la misma ropa.
Yo personalmente, me paso el día torciendo el cuello y metiendo la nariz en mi axila porque no puedo soportar pensar que los demás me están oliendo. Si sólo fuera salir corriendo y pegarme una ducha en esos momentos…pero claro, te pilla en medio de una reunión o justamente con el compañero de turno, al que se le ha ocurrido en ese mismito momento buscar algo en tu portátil y está, literalmente,“encima de ti”. Y claro, del nervio que tienes pensando que hueles a sudor y tú compañero lo sabe, aún te pones a sudar más…y, por si fuera poco, el desodorante que te has puesto hoy… ¡jolín! es el que siempre te abandona.
En cambio, si sudamos entre fibras naturales… eso ya es otro cantar. Podemos ventilar esas prendas durante 24 horas y al día siguiente están limpias de olor y frescas sin pasar por la lavadora.
Es decir, que una de las ventajas de la #naturalidad es la autolimpieza. Lo que nos lleva: a la #sostenibilidad, porque son menos lavadoras que ponemos, y, por tanto, menos jabón, agua y electricidad…Por no hablar del coste de tiempo, que eso ya sería para otro post 😉.